Existe una tendencia a antropomorfizar a los animales en un sólo sentido, a asignarles comportamientos y habilidades humanas positivas como la empatía, la solidaridad, o la ausencia de maldad.
En algunos extremos incluso les vestimos como nosotros cuando es innecesario. Estar cubiertos de pelo es su ropa, no se ven muchos osos polares con chaquetas, ¿verdad?. Pues los perros funcionan igual.
En cambio, obviamos a propósito otros comportamientos que nos acercan a ellos, ya sea en un intento de santificar o demonizar a nuestra propia especie. Nos oponemos a vernos como iguales, cuando la realidad es muy diferente.
Os pondré un ejemplo: Estando en una plaza de mi ciudad observé a un grupo de cuatro palomas que se acercaron a una fuente. El suministro de agua es continuo e ilimitado, y el diseño de la fuente permitía que todas ellas pudieran beber sin problemas. Podían atiborrarse todas y cada una sin que nada amenazara su hidratación.
En cambio, cuando ya estaban todas sobre el pedestal, comenzaron a picotearse las unas a las otras. Especialmente encarnizada fue la lucha entre dos de ellas, que acabaron su pelea a varios metros de la fuente, cuando una de ellas decidió huir volando de allí.
La ganadora, curiosamente, dio varias vueltas al lugar durante unos minutos, sin acercarse siquiera al caño, para finalizar alzando sus alas hacia algún otro emplazamiento de nuestra ciudad. Posiblemente a defecar sobre algún coche de la ciudad, a ser posible recién lavado.
Sólo se saciaron dos de las cuatro palomas, y pudieron ser todas ellas. Me recordó inevitablemente a nosotros, a nuestra naturaleza egoista y estúpida. A nuestra ansia por poseer lo que es gratuito e ilimitado, por imponernos frente a quienes son equivalentes a nosotros.
Ese egoismo que nos impide matar la sed hasta cuando es nuestro objetivo vital común.
Y es que para ser feliz te tienen que permitir serlo.
Esa estupidez de no poder ver que tenemos todo lo que necesitamos y, simplemente, no lo queremos coger.
Y es que para ser feliz hay que querer serlo.
Sólo la Muerte nos une.
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Los títulos de las fotografías son "Death Unites Us" y "Living is a Problem Because Everything Dies". En mis paseos fotográficos, cuando me topo con algún ser "ya no vivo", tengo la costumbre de retratarle. Básicamente por dos razones: seguirá siendo eterno en mi fotografía, y nos recuerda a todos que aún tenemos tiempo. Para lo que sea.
Si estáis vivos... demostradlo.
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