miércoles, 20 de mayo de 2015

Buena Muerte y Buena Suerte





Nos reunieron en la plaza del pueblo tras sacarnos de nuestras casas. Nos desnudaron, y pintaron una cifra en nuestro pecho.


El hombre al mando mostró un saco que contenía bolas numeradas. La Suerte estaba echada.


Los primeros, los “perdedores”, fueron azotados, violados y crucificados al sol. 


Los siguientes, los “menos afortunados”, fueron quemados vivos. 


Los “mas afortunados”, decapitados y desmembrados post mortem. 


Ahora sus restos forman parte fundamental en la dantesca decoración de nuestra aldea.


El “Gran Premiado” tenía derecho a seguir vivo, a cambio de correr a narrarles esta historia.

La última bola en salir fue la mía.

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