Unas
manos briosas y una baraja demasiado usada coincidieron en el tiempo y el
espacio y decidieron en un día de locura construir un castillo que alcanzara el
cielo.
Las
manos temían su garbo, su ímpetu desmedido, y la baraja su inestabilidad
manifiesta y el viento.
Al
final, las manos se cortaron debido a su excesiva energía y al cortante filo de los naipes, y la baraja voló por los aires... y ya no hubo castillo que
construir, ni cielo al que llegar.
FIN
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