Apocalipsis... bella palabra,
ambigua como su hermanastro Fin. La clase de conceptos que hace temblar los
cimientos (psíquicos, morales, dogmáticos) de cualquiera, pero Apocalipsis no
implica el Fin, sino sufrimiento, supervivencia.
Porque tal vez andas distraído
y no te planteas que el Apocalipsis llegó hace tiempo, que las cadenas que
antes llevaban los esclavos ahora son tan etéreas como un sueño, y muy
evidentes con una adecuada perspectiva.
Porque la libertad es un
estado mental y la esclavitud también, toda puerta tiene una cerradura, luego
encuentra todas las llaves que puedas. Porque puede que veas una luminosidad
artificial en su mensaje, o un recelo constante al contraste en su dogmas
escalados a grises.
Mentes grises y cuerpos
coloreados, como mariposas. Odiosas mariposas, no temen exponerse porque no
saben que pueden oponerse a vivir bajo sus reglas. Porque los mismos que las
crearon no las siguen, las diseñaron para que otros las cumplieran.
La mano que mece la cuna es la
mano que domina el mundo, ¿No?. Pues hagámosla temblar, hagamos que se nos
escuche y ni siquiera se nos haya visto. Fantasmas urbanos, pequeñas mentes
fabricando un mundo mejor en su interior y plasmándolo en el exterior, siempre
muriendo por trece gramos de luz, de apariencia gris y fácilmente camuflable.
Eres una polilla, o al menos
puedes serlo. Escudriña microscópicamente cada parcela dentro de tu cabeza, araña
las paredes de tu corazón hasta que se quiten las postillas, y entonces decide.
¿Mariposa o polilla? ¿Alma
gris y coraza vistosa o alma vistosa y coraza gris? Pronto empezará el
principio del final, hay que estar preparados, entra en las sombras y espera
las luces, entonces atacaremos todos juntos.
Véngate, ríete en su cara, sal victorioso. No somos números,
no somos nombres. Somos conceptos, somos invisibles y muy ruidosos... Buh!
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